proyecto

por diana aisenberg
extraido del libro historias del arte  diccionario de certezas e intuiciones  publicado por  adriana hidalgo editora

proyecto
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* uno de los proyectos que podríamos inventar es el proyecto de hacer proyectos nuevos.
Las operaciones mentales se reorganizan al reintegrarse en proyectos.
La inteligencia no es un ingenioso sistema de respuestas, sino un incansable sistema de preguntas.
Anticipa los estímulos, y los crea. Ocupada en proyectos rutinarios, se convertirá en inteligencia rutinaria, la que se ocupa de proyectos artísticos, se hará inteligencia artística y embarcada en proyectos racionales, se convertirá en razón.
El proyecto es una irrealidad pensada a la que entrego el control de mi conducta . En un ineludible momento , el sujeto determina a qué fuerza entregará el control del comportamiento. El proyecto es la posibilidad elegida. Una vez entregada la acción al proyecto, éste reorganiza la conducta.
Mis proyectos transfiguran mis operaciones mentales, las cuales transfiguran, amplían y enriquecen la realidad, convertida en campo de juego, en escenario de mi acción. Así la textura de mi inteligencia y la contextura de mi mundo dependen de mis proyectos.
En el acto de crear sometemos las operaciones mentales a un proyecto creador. El arte no depende de operaciones nuevas, sino de un fin nuevo que guía un uso distinto de las operaciones mentales comunes. El proyecto creador no incluye rutina, automatismo, ni copia. Como invento del sujeto, está simultáneamente, dentro y fuera de él, es como una elongación suya. Es como si extendiéramos un brazo adelante de nosotros y nos hiciéramos señas para que lo siguiéramos.
El proyecto creador no es más que un proyecto común lanzado fuera de su zona de desarrollo próximo.
Proyectar, ejecutar, evaluar, son actividades poderosas que integran la acción artística.
Entrenarse es dejarse modelar por un proyecto así, el artista, de un modo o de otro, se convierte en un entrenador de sí mismo.
No hay proyectos desligados a la acción. Hay anticipaciones de sucesos futuros, como las ensoñaciones, los deseos, o los planes abstractos, que son solo anteproyectos, que se convertirán en el mejor de los casos en proyectos cuando hubieran sido aceptados y promulgados como programas vigentes.
El proyecto es una acción a punto de ser emprendida.
Una posibilidad no es proyecto hasta que se le une una orden de marcha. El enlace con la acción convierte el proyecto en un fin. El proyecto va a activar, motivar y dirigir la acción. El creador inventa motivos de actuar, porque quiere actuar.
Un tema se convierte en meta, por su poder de movilizar un sentimiento, que es un sistema integrado de esquemas productores de ocurrencias. El proyecto esta siempre condicionado por la realidad.
Puedo soñar o ensoñar, pero estos ensueños no accederán nunca a la categoría de proyectos. En la entraña del proyecto se incluyen las condiciones o restricciones que el sujeto sufre o se impone. Hay que decir que no todas las restricciones son impuestas al artista, sino que muchas son elegidas por él. La meta puede ser un reto ,cosa que ocurre a menudo en la actividad creadora, por su impulso aventurero.
Cada vez que un artista se esfuerza por realizar un proyecto ha de comparar cada uno de sus pasos con el objetivo propuesto, pero resulta que precisamente el objetivo que se intenta encontrar, se desconoce, con lo que la búsqueda resulta dirigida por lo buscado, que al mismo tiempo es desconocido.
Esta situación tan paradójica se resuelve apelando a algun criterio que no sea el mismo objetivo buscado, pero que permita reconocerlo. Gracias a este patrón de comparación y reconocimiento, el artista podrá, si llega el caso dar la orden de parada.
En el arte es el propio autor quien forja los criterios y los utiliza, bajo la forma de un juicio de gusto.
El criterio artístico fundamental es el gusto del artista, que no está en el proyecto sino en el sujeto.
Los proyectos son una expansión del ámbito de la subjetividad. Un acontecimiento biográfico.
El artista a través de un proyecto promulga sus ideas sobre el arte, sobre la situación en que vive, el modo de ser artista que eligió. Entrega y promueve un bloque integrado de informaciones, valoraciones estéticas, peculiaridades psicológicas, reflexiones teóricas, deseos, caprichos, manías, razonamientos, delirios y muchas cosas mas, interpreta los datos perceptivos y los hace aparecer en la conciencia sentimentalizados o lo que es igual, englobados en un sentimiento que inventa, descubre en ellos el valor correspondiente.
Los sentimientos producen ocurrencias, de ahí que el sistema de preferencias de un artista sus patrones de reconocimiento y evaluación son la gran creación que va a distinguirle de los demás.
No hay forma de copiar la realidad si no es a través de la irrealidad del proyecto. La anticipación de lo no existente es lo que impulsa a crear una técnica nueva.
Al proyectar , entregamos el control de nuestra actividad a un tema indigente, dotado de atractivos que solo el autor conoce, y que va a ser capaz de activar su conducta y dirigirla. Un criterio, nos permitirá reconocer si la actividad va por buen camino y cuando hemos alcanzado la meta.
En el caso del artista, el supremo criterio es el gusto personal, es decir el sistema de preferencias creado por él que va a dirigir sus ocurrencias, sus evaluaciones, y su obra entera.
De todo lo dicho se desprende que la primera tarea de un creador es inventar proyectos creadores. Antes, por supuesto, ha debido construir su propia subjetividad, el complicado organismo del que van a proceder sus ocurrencias y evaluaciones.
Cómo se inventan los proyectos?. Una vez mas parece que nos encontramos frente a una paradoja. Las operaciones creadoras dependen de un proyecto, lo que nos fuerza a admitir que la operación de crear un proyecto, o no es creadora o procede de un proyecto previo, que a su vez remite a otro proyecto y así hasta el infinito. Parece que ha de haber un proyectar sin antecedentes.
Nuestro temperamento, nuestras necesidades y nuestra educación son productores espontáneos de fines. Según el carácter de un hombre, así será los fines que elija. Los deseos, sentimientos necesidades tan estrechamente ligados con el carácter, también nos proporcionan fines. Siendo el carácter y la afectividad zonas autónomas y rebeldes, concederles la exclusividad de producir fines equivale a sacar la actividad de proyectar del circuito de la acción voluntaria. Las peripecias de la facultad de proyectar se confunden con las peripecias de la creación de la libertad que a su vez se confunden con la creación de la inteligencia.
Un modelo es un programa de acción, lo integran información y procesos. Cada vez que poseemos un esquema que unifique datos y relaciones dinámicas entre esos datos, tendremos un modelo. Nuestros modelos mentales son numerosísimos y permiten comportamientos asombrosos, como inventar narraciones, producir inferencias, comprender sucesos, suplir la información ausente.
La mayor parte de los modelos, que nos sirven para inventar cosas, entre ellas proyectos, por lo general son aprendidos.
Una cultura es entre otras cosas, un repertorio de proyectos, elaborados por sus miembros a lo largo de la historia. Cuando este repertorio disminuye , la vida social se hace anémica.
La riqueza de valores propuestos y de proyectos vigentes, indican la salud de una cultura.
También el artista sea porque lo acepte o lo rechace, en ambos casos dependerá del modelo.
Resulta verosímil, que proyectar consista en utilizar modelos mentales enlazados con el deseo de actuar o con cualquiera de los sentimientos que impelen a construir o crear.
Usamos los proyectos ajenos para construir los propios, tomándolos como modelos y mezclándolos, interpolándolos, destruyéndolos y recomponiéndolos con enorme habilidad.
Bibliografía de consulta, Jose Antonio Marina, Teoría de la Inteligencia Creadora

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