Texto acerca de la obra de AnDrEs AlvEz

Incongruencia, desorden, objetos y naturaleza. Suma y resta de una cuenta que nunca dará, porque pertenece a una maquiavélica ecuación que nos brinda una limosna provisoria y nos permite creer nuevamente en algo que no saciará nunca.

Lo especifico del objeto asalta la obra de Andrés de un modo inmanente, no importa que el soporte sea una pintura o una instalación con un cubo de 3 metros de alto donde la gente asiste como a una meca sin razón en el medio de una plaza; él quiere generar preguntas y nuevamente, enfrentarnos con ese absurdo que día a día forma parte de nuestra cotidianeidad donde: nos vinculamos de un modo inexplicable con nuestros objetos; nos asinamos en formaciones metálicas para cumplir con nuestras obligaciones; y hacemos de un celular nuestro Gurú.
Podemos subirnos a los hombros de otro agolpados en un estadio, o podemos generar diversas seguridades precarias acerca de nuestras posesiones y el miedo de perderlas dentro del despropósito que incumbe a nuestra especie y su mercado de patrimonios individuales.

Todo flota en este territorio y el suelo es un simple asidero periférico que se escoge descartar.

Andrés Alves nació en Posadas, Misiones y desde el 2008 vino a Buenos Aires para tratar de seguir hallando respuestas a sus preguntas con respecto a lo absurdo de este funcionamiento inagotable y seriado. El arte para él, es un arma contra el miedo, un nexo entre la naturaleza y su condición de humano en la urbe tratando de ingeniar formas diversas cargadas de poesía... para subsistir, en este aglomerado de humanos y cemento armado que sin anclaje alguno prosigue hasta el final.

Así como la rata corre desesperada ante la presión de una amenaza, concurrimos a nuestros trabajos asinados en formaciones imposibles, transcurriendo entre objetos de valores diversos y planeando cosas elementales o de gran alcurnia para nuestra insaciable necesidad.

Andrés, cuestiona este territorio de mecanica irracional, escogiendo el objeto como límite y fin en sí mismo para deconstruir en el espectador la idea de equilibrio dentro de esta máquina imposible. Les quita el suelo a estos mundos de sinrazón que se sostienen en un piso diariamente ilusorio y los ejemplares quedan flotando individualmente sobre un manto de ridiculez y revolución, de selva y urbanismo, bailando, con la perplejidad de quien escucha una música descabellada.

El arte para Andrés es un arma contra el miedo.

Comentarios

Entradas populares