"Cara Rota" de Julián Sorter en Militantes


En 1915, a sus 36 años y mientras se desempeñaba como enfermero durante la primera guerra mundial, el artista alemán Max Beckmann pinta “Autorretrato como enfermero”. En sus  diarios cuenta:
Wervicq, 26 de abril de 1915.
Hoy el trabajo me ha cundido bastante y es una verdadera lástima que no pueda enseñarte lo que pinto. Estoy aprendiendo mucho sobre la técnica del fresco. Es un estímulo enorme.
El hombre del que te hablé ayer ha muerto esta tarde. Hoy los cañones están tranquilos. Han llegado un montón de pacientes que  resultaron heridos en el horrible estrépito de la pasada noche, y es algo que me ha impresionado.
(…)
A veces me divierte mi propia e implacable voluntad por la vida y el arte. Cuido de mí mismo como si fuese  una madre amorosa; escupo, tengo arcadas, empujo, aprieto, debo vivir y quiero vivir. Nunca me he doblegado ante Dios ni nada parecido para obtener el éxito, pero me arrastraría por todas las cloacas del mundo, pasaría todas las humillaciones y abusos imaginables con tal de seguir pintando. Es algo que no puedo evitar. Necesito estrujar hasta la última gota todas las formas que imagino y que viven en mi interior, después estaré contento de haberme librado de esta condenada tortura.
Beckmann fue dado de baja debido a una crisis nerviosa. Tres años antes, en 1912 había realizado su primera muestra individual. A lo largo de su vida Beckmann pinto autorretratos hasta morir.
                En su “Autorretrato como enfermero”, se pinta a sí mismo pintando, vestido con uniforme de enfermero de guerra. En medio de la guerra Beckmann afirma su condición de artista; enfermero, esposo, alemán,  pero ante todo, pintor. Ese podría haber sido su último cuadro. No lo fue, muere en 1955 en Nueva York.
Qué queda más allá de su pintura? Cuál es su voluntad?
                Oh! La pintura…
                La actitud de Julián es parecida a la de Beckmann cien años atrás.  En un medio artístico donde la pintura puede ser una práctica perimida, Cara Rota es la exaltación de la pintura como género. Una reivindicación de la figura del pintor.
                Los autorretratos de Julián están en  el instante en el que nos preguntamos acerca de lo que somos. Ese momento en el que  se ponen en juego las expectativas, los deseos, las experiencias y las frustraciones, donde aparece como resultado la individualidad. Cómo seriamos si pudiésemos  hacer lo que quisiéramos? Esa pregunta atraviesa toda la muestra y sugiere una respuesta, tal vez para Julián, el cielo sea un lugar posible.
                No hay duda de que sus  autorretratos están atareados, llenos de cavilaciones acerca de cuestiones fundamentales de la vida del artista. Sueñan obras, tienen miedo, dudan, vuelven a confiar, se confunde y repreguntan. Y siempre triunfa el optimismo. El optimismo de la pintura.
Por eso pienso que  Beckmann y Julián son buenos amigos. Con cien años de diferencia cantan la misma canción.  Sus autorretratos nos hablan de lo mismo.
Pinturas que se auto-reivindican.
                Para algunos artistas contemporáneos la pintura ya no tiene posibilidades. Como si en su lógica interna no alcanzara para formar parte de eso que denominamos arte contemporáneo.
                Muchos artistas que aman la pintura sienten la próxima obra acercarse y temen que ocurra nuevamente lo mismo: que sea una pintura. Trabajan alegremente pintando animales, amigos, floreros y tantas otras cosas. Pero cuando llega el día de la muestra, se aterrorizan. Cuelgan las pinturas, y sienten que no basta. Intentan traducir su lengua muerta a un idioma contemporáneo, digno y novedoso.
                Pintores, hagan como Julián.
No renieguen de sus obras. Militen un anacronismo y sean felices. Cien años después de Beckmann,  lejos de la Gran Guerra píntense a ustedes mismos  pensando:
¿Qué harían si pudiesen hacer lo que quisieran?
 
Santiago Rey
Septiembre 2015
Militantes

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