Ana Manghi por Clara Diaz

La casa de Ana es blanca, muy blanca, quizá por eso resaltan todos sus rincones llenos de plantas, macetas de colores y formas jamás vistas, junto a fragmentos de vidrios traslucidos, retazos de su trabajo y elementos muy visibles en su obra. En la casa de Ana habitan más de 250 especies de plantas carnosas, hay una enfermería en donde están las que necesitan más cuidado y luego en la terraza las que resisten lluvias y vientos fuertes.

En otros sectores, donde la luz del sol no puede alcanzar, también hay colecciones pero esta vez de muñecos, juguetes de plástico, lata y papel.

La obra de Ana parece surgir de un paseo con lupa o cámara de fotos por su casa, de esa captura de un fragmento, que luego divide en cuadriculas para despistar y hacer complejas las identificaciones. Y es cierto, no se llega a identificar fácilmente la escena retratada, pero si se perciben innumerables veces las formas enrarecidas de sus platas y sus baldosas geométricas.

Todos los materiales posibles y combinaciones diferentes para cada parcela de cuadro, el damero le da esa ventaja de probar y experimentar en una única obra, transformando el paisaje de su casa en una visión de caleidoscopio.

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