Clínica Sebastian Tedesco - texto por Agus Leal / 11 de Julio







En un rincón de la casa de Sebastián encontré una increíble colección de camaras antiguas con las que estableció vinculo desde muy pequeño. Una foto enmarcada en blanco y negro de las piezas de un reloj que sacó a los 8 años guarda el registro de ese pasatiempo que hasta hoy sigue ocupando sus ratos libres. La diferencia es que ahora su herramienta es su celular y un software que simula distintos lentes y camaras. La fotografía es la actividad que ocurre mientras el no pinta. Quizas no sea para nada en particular o quizas sea un estímulo, el comienzo de una idea. La realidad es que el siente que el proceso es solo la selección, elegir unas pocas entre cientas. Sin embargo las texturas, los retratos, los cielos, la luz, los perros, los juguetes, los niños, las piernas, la muerte y la descomposición hacen que sus fotos y sus pinturas dialoguen entre sí. Mientras que las primeras son solo un instante, un momento capturado, la pintura lleva la parte mas pesada del proceso. La fotografía pasa a ser la referencia para crear mundos que llena de rojo, amarillo, verde y negro. Crear mundos. No tiene método ni tiempo concreto, a veces boceta sobre el lienzo o trabaja las ideas sobre papel y a veces los cuadros van simplemente surgiendo. La textura y el relieve son característicos: telas cortadas y pegadas que construyen otros cuadros, tela sobrecargada de material, paletas rotas y pegadas, vueltas a pintar. Los cuadros de Sebastián tienen algo oculto, un doble sentido y una concepción de arte como filosofía: “el arte es el vehículo de expresión de la filosofía y la filosofía es el vehículo de expresión del arte”.

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