Los zoomes de la maleza




 












Magdalena Lutteral

Para que los hombres no tengan vergüenza
de la belleza de las flores,
para que las cosas sean ellas mismas: formas sensibles
o profundas de la unidad o espejos de nuestro esfuerzo
por penetrar el mundo,
con el semblante emocionado y pasajero de nuestros sueños,
o la armonía de nuestra paz en la soledad de nuestro pensamiento,
para que podamos mirar y tocar sin pudor
las flores, sí, todas las flores
y seamos iguales a nosotros mismos en la hermandad delicada,
para que las cosas no sean mercancías,
y se abra como una flor toda la nobleza del hombre:
iremos todos hasta nuestro extremo límite,
nos perderemos en la hora del don con la sonrisa
anónima y segura de una simiente en la noche de la tierra.

Juan L. Ortíz



Magdalena Lutteral pinta telas y paredes. Pinta exuberante y variada los zoomes de la maleza. Las hojas, los tallos, las partes del todo. Bien de cerca, bien cerquita, tanto que espía la creación. Selecciona las curvas y contracurvas, orgánicas y sensuales. Luego las llena de color. Ella nos quiere hacer vibrar.
Mientras vibramos algo más sucede, algo cambia, se transforma para que, aunque en pausa, continue el ciclo. Magy vive y reproduce los opuestos, en ellos encuentra el equilibrio.




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