Sebastían Tedesco por Francisco Vazquez Murillo
El piloto viaja al espacio en una nave
inmensa.
La más grande jamás construida.
Conectado a la maquina el piloto mira un
horizonte cubierto de pantallas centelleantes.
En la sala de control navega conectado a la máquina.
El piloto y la máquina fueron juntos el
piloto.
Prefiguraban el viaje en los limites del
espacio, hacia un destino exacto.
La máquina aprendió del piloto y todo lo
quiso.
Comenzó a crecer, creció en sus capas de
datos.
Reconoció en la información la posibilidad de la materia.
Y con su
lenguaje verborrágico creo
por miles sus mundos virtuales.
El piloto se pierde en la ansiedad de las
conexiones y la máquina crece crece crece.
Lo compacto se abre y deja entrar
el afuera.
El piloto se desconecta y escapa de la
maquina.
¡Esta fuera de la maquina!
Cambia el paisaje. ¡Las pantallas! ¡Los controles!
La máquina se expande y el piloto ve brillar a lo lejos cada una de sus partes.
El piloto vuela liberado.
Queda solo en la oscuridad.
Siente la calma de una intuición.
Reconoce su propio ritmo.
Tiene en su memoria las imagenes de la máquina.
Explora en su mente y reconoce las formas,
repasa los mapas y comienza a dibujar.
El piloto flota en el espacio.
22 - 09 - 014
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