Clínica Martina Mordau - Texto Andrés S Alvez

Los gemidos de una elección.



En los eventos masivos, los fotógrafos se dividen. Estan en el Corralito o estan Sueltos. Dentro del Corralito se amontonan cuerpos profesionales buscando la imagen perfecta. Se empujan, codean y ladran para ganar el lugar donde conseguir la foto sublime, esa que envuelve toda la información de la historia que se quiere contar.  El poder les dicta un discurso y ellos se encargan de forjar la imagen que lo represente.

La labor está condicionada.
El guión ya está escrito.

Pero después de la velocidad del flash y la demanda de los tiempos políticos, Martina elije tomar el control.
En la oscuridad de su taller traza un nuevo relato. Recorta, reencuadra, reinventa.

Caras extasiadas por el poder
rondan el papel
como fantasmas
gimiendo.

Arriba de escena las venas del orador se ponen rojas mientras grita palabras para su público ansioso. El cuerpo político transpira, se agita, se entrega para decir lo que se vino a escuchar. Todos apretados abrazan las palabras con calor y piden más. Codician el momento donde las manos del que escucha toquen las manos del que habla. De ese contacto cuerpo a cuerpo saltan chispas que incendian la escena. La tierra quema y ese fuego transforma.

El amo no existe sin el esclavo.
El orador no existe sin su público.

Que toda imagen es política es un hecho conocido. Pero la fuerza de la mímesis nos sigue embelesando. Abrumando.

Si me dejo llevar, te creo.
Si lo pienso, dudo.

Sus fotos recuerdan las revistas paparazzis, la escena de la revelación en Blow Up o el espacio negro de las fotos de Mapplethorpe. El blanco y negro, el revelado del píxel, el erotismo y los gestos del éxtasis.

A la historia la escriben los vencedores.
Martina venció.
En sus fotos, los políticos tienen sexo para la cámara. El sexo es pulsión de vida. 
Hoy, la política está viva. Es un cuerpo con células que vibra a toda velocidad y transforma todo espacio por el que se mueve.

Martina es política.
Toma los recursos disponibles y los desvía para contar su propia historia.
Una de soberanos excitados.

Y llenos de vida.

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