Clinica Alvaro(²) por Nasa Mastronardi

Notas sobre la obra de Álvaro

b.
¿Qué sentido tiene dibujar a mano si ya existen las computadoras? ¿Para qué insistir con el lápiz y el papel? Una vez escuché que la primera máquina que existió en el mundo fue un humano, proveído de lápiz y de papel, y entonces se me ocurrió que el destino último de todas las máquinas podría ser el de dibujar. Posiblemente, el dibujo puede ser visto como un rastro, una forma que queda marcada en una superficie, causada por algo que antes pasó por ahí. La palabra rastro, además, viene del verbo rastrear, que significa el deseo por inquirir, indagar o averiguar algo a través de conjeturas o señales. Si desarmo un mecanismo, con el fin de ver qué más hay ahí adentro, cada parte que desacoplo podría formar un dibujo, y ese movimiento también tiene algo de mutilación. 
c.
Álvaro me cuenta que de chico le gustaba desarmar cosas. Y que también le gustaban las computadoras. Y que un día se le ocurre resolver un dibujo por medio de una máquina, y entonces fabrica un autómata, para que sea como un asistente. Una especie de inteligencia artificial llevada a la inteligencia del dibujo, que tiene nombre y se llama Mariano, Mariano el asistente de Álvaro. Los dibujos que hace parecen mayas, o vitreaux rotos, algunos pedacitos conforman siluetas humanas o los sépalos de las plantas. Pero Mariano no hace el trabajo solo, también está el dibujo de Álvaro (el dibujo de la primera máquina, la de la mano sosteniendo el lápiz). Él se plantea investigar lo que hay entre lo hecho a mano y lo programado por computadora. Lo programado, lo que está controlado por una línea de código o por un vector, líneas que Álvaro programa pero que se vuelven incontrolables, porque es imposible entender del todo qué es lo que le pasa por la cabeza a una máquina y, si bien esto es algo que esta previamente asignado, en el momento en que una máquina empieza andar perdemos el dominio que creíamos tener sobre ella. Y a ese conjunto de dibujos se le suma la mano humana, la que puede fallar, porque tampoco podemos controlar al cien por ciento nuestra propia motricidad. Los dibujos De Álvaro y Mariano inscriben a la máquina en la historia del dibujo, y no me refiero a la gran historia del arte, la de las enciclopedias, sino a la historia específica de cada uno de los dibujos, desde el momento en que se hace la primera línea. Al final, es un acto de fe, de confianza, darle a un asistente maquínico toda esa autonomía en la propia obra.
d.
El degradé en los dibujos de Álvaro parece algo suave, como una bruma que hace más difusa la visión o como el centelleo que se produce en un video cuando se filma una pantalla. ¿Será cierta esa sensación que se tiene, al estar cerca de una máquina, de sentir que hay algo en esos objetos que irradia ciertas energías, ligada a los cosquilleos o al calor que sentimos al tocarlas? No sé si existe eso de la radiación o no, pero puede ser que haya algo de estos aparatos que nos está entrando por el cuerpo. Los planos de color diluidos en los dibujos de Álvaro y Mariano se asemejan a esa nube que respiramos por los poros, a ese intercambio invisible (y tal vez alarmante) que tenemos con las máquinas que nos asisten en nuestras tareas cotidianas, pero asistir también es, además de estar ahí todo el tiempo, cuidar y acompañar a alguien. 

Diciembre 21





 

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