alto / bajo perfil y la moda: harajuku fashion, cosplay, gothic lolitas












La ruta a la cuna de los pokemones


Por Mauricio Palazzo



En Chile ya son legión. Pokemones, góticos, emos y otras tribus urbanas similares son cosa diaria en las calles y malls de Santiago o plazas de ciudades provincianas.


Los medios han hablado profusamente de ellos y de la sociología que los envuelve, por lo que a estas alturas usted debe saber que, desde mediados de los ’80, constituyen una subcultura urbana que da chipe libre a sus seguidores para la “extravaganza” indumentaria, de manera que puedan pasearse por la calle ataviados como sus personajes favoritos de cómics (manga), dibujos animados (animé), grupos musicales o personajes de películas y shows catódicos.


En Japón, alrededor de ellos ha crecido una boyante industria que incluye desde marcas de ropa hasta sus propias revistas -como los célebres volúmenes Fruits y Fresh Fruits- pasando por cafés y clubes e incluso el negocio sexual.


En un país en el que el largo de una manga, el ancho de un cinturón o la altura de unos tacones trascienden la funcionalidad y el diseño para convertirse en un acto de comunicación, vestirse es un arte y una forma de expresión.


Así se explica esa pulsión a veces desaforada por la moda de la que participa la sociedad nipona, alimentada con fruición por las grandes firmas y diseñadores internacionales que han encontrado en el Imperio del Sol Naciente el mercado soñado para todos sus delirios.


Dentro de los cosplay (encuentros culturales a los que se asiste personificados) existen cientos de tendencias y subestilos que harían interminable este artículo si nos detuviéramos a explicarlos uno por uno.


Por eso, para adentrarse en su cultura y modo de pensar, síganos por los intrincados recovecos del Metro de Tokio y bájese con nosotros en la estación Harajuku. Cámara en mano, bastará entonces dejarse llevar por la masa que baja por Takeshita-dori, la estrecha callecita de enfrente repleta de innumerables tiendas temáticas que se superponen una encima de otra.


Tome aire, vaya por un café al conveniente store de la vuelta y relájese un ratito admirando a las decenas de chicas y chicos que llegan hasta aquí para expresarse libremente.


Los hay de toda laya: góticos y cyber góticos (cada cual más barrroco), lolitas con pinta de muñecas de porcelana victorianas y un toque de Hello Kitty en todas sus variantes, punkies, animé style, visual kei... todos paseándose en grupos, de shopping o simplemente por el placer de ver y dejarse ver.


Algunas van tomadas de la mano, con la mirada perdida y aire de estar viviendo en una época pretérita.


Otros devoran sus McDonald’s y hablan frenéticamente por celular, o se meten a unos locales repletos de enormes máquinas fotográficas para retratarse en sus disparatadas pintas. Y la mayoría se gasta un dineral en las decenas de tiendas especializadas, comprando ropa y accesorios para lucir el fin de semana siguiente.


El voyeur se equivoca si cree que basta con apuntar su cámara y disparar para halagar a esta fauna variopinta: por el contrario, estos chicos suelen ser bastante tímidos y recatados, y la modestia suele ser una regla de oro para ellos.


“Soy un ser humano, ¿ok?”, nos respondió agriamente una gótica cuando intentamos tomarle una foto.


Así es que lo mejor es preguntarles amablemente si desean ser retratadas, admirar sus ropajes e interesarse por su estilo de vida, cosa de demostrarles que la intención no es tomarlas por especímenes de feria. Sólo entonces consienten en abrir su delicado corazoncito y explicar las razones de sus particulares tenidas.


Yiuria (23) y Chey (22) son sweet lolitas y compañeras de oficina. “Toda la semana vestimos el uniforme de la empresa por eso, los domingos, nos gusta dejar volar la imaginación y soñar que vivimos en otra época mucho mas bonita”, dicen a coro.


Se demoran entre una y dos horas en producirse y reconocen que gastan buena parte del sueldo en su particular afición. “Es que hay mucha competencia y los códigos de una lolita son muy estrictos”, aseguran bien serias.


Porque para ellas no se trata de una simple moda, sino más bien de un verdadero estilo de vida. Y para parecerse lo máximo posible al ideal del personaje que buscan ser, pueden pasarse hasta un año entero craneando cada detalle de su traje, eligiendo cuidadosamente los materiales y hasta tomando clases de corte y confección.


Después vendrán el maquillaje y por supuesto, el peinado. Ser una lolita de tomo y lomo no es ninguna bicoca. Yuki (18), Sayaka (25), Emiko (28) y Takuya (23) pasan raudamente camino al Metro captando la atención y los flashes de más de una cámara. Son una alegre pandilla de amigos camino a una fiesta de cybergóticos y no tienen problema alguno en posar cual modelos de pasarela.


“Nos vestimos así sólo para eventos especiales. Ojalá pudiéramos ir por la vida de esta manera todos los días, pero sabemos que no es posible. Es que en este país, cuando entras a trabajar en una empresa tienes que vestirte igual que el resto, así que esta es nuestra forma de escapar a los patrones que nos impone la sociedad y a la rutina del trabajo, que es muy pesada”, dice uno de ellos.


Comprensible, si tomamos en cuenta que la mayoría de los trabajadores japoneses suelen tener una semana de vacaciones al año y, aunque trabajan 8 horas diarias, es bien visto hacer horas extras para demostrar el grado de compromiso con la compañía.


Además, la tenida del asalariado normal se reduce al típico traje oscuro, camisa blanca, zapatos negros y maletín, y cada atardecer se los ve dormitar -¡parados!- en el Metro de vuelta a casa con un aspecto de exprimidos que da pavor.


Shinon y Key, estudiantes secundarias, son fanáticas del estilo animé. Una viste de Pikachú y la otra de personaje de película de Tim Burton.


“En Tokio todo el mundo anda apurado, caminando con la cabeza gacha. Nadie mira a nadie y a veces parecen hormigas que sólo se comunican para decir permiso o gracias. Nosotras queremos llamar la atención de la gente”, sostiene la primera de ellas con lucidez.


En Jingu-bashi, a un costado del templo, hay un puentecito que tiene una explanada, el único lugar donde es posible sentarse. Al caer la tarde se reúnen ahí en grupos afines, tienden mantelitos y arman improvisados pic-nic con fideos instantáneos como si estuvieran en la campiña inglesa y no en la jungla de cemento que es Tokio. Comparan las prendas que han adquirido, se traspasan datos, organizan eventos. Casi todos parecen niños que asisten a una fiesta de disfraces, pero ellos saben que son mucho más que eso. Son los pokemones originales, la envidia de sus pares chilenos, y no es difícil percatarse de que llevan con orgullo su alienación.


En unos pocos minutos tomarán el Metro hacia sus minúsculos departamentos en barrios como Chiba o Kawasaki, a esperar que los días pasen rápido para volver a soñar en sus identidades de fin de semana.


LOLITA STYLE: ARISTOCRACIA PURA




Las lolitas merecen un párrafo aparte, pues son una de las tribus con más subdivisiones tanto en Japón como en Chile. Se caracterizan por su elegancia en el vestuario y, en general, por su estilo de vida.


Su estética se remonta a la aristocracia de siglos pasados, principalmente las épocas del rococó y la era victoriana, y no con la novela del genial Nabokov.


Las drogas, el alcohol e incluso el cigarrillo les están vedados, pues no van acorde a su elegancia. Suelen juntarse a tomar el té, el que acompañan con pasteles y scones. Sus vestidos son aparatosos, con hartos encajes, y utilizan accesorios como peluches, quitasoles o bolsitos ultrafemeninos. Algunas categorías son:


Sweet Lolita: Las iniciadoras del género. Adoran los colores pasteles, como el rosado y el celeste. Mucho encaje, harto miriñaque, cintitas en el pelo y una actitud inocente y dulce son sus características esenciales.


Gothic Lolita: El más popular en Chile y Japón. Inspirado en el luto de la época medieval, se visten casi completamente de negro, el que combinan con blanco y rojo oscuro, utilizando además cruces y candelabros. Sus vestidos están decorados con lazos y encajes ajustados y a la falda se le añade con frecuencia enaguas para darle más volumen. Usan calcetines negros sobre la rodilla y rematan con zapatos tipo Mary Jane. Algunos accesorios pueden incluir también pequeños sombreros de copa o lazos en la cabeza. El pelo suele llevarse ondulado o, en su defecto, usan pelucas rizadas para completar el aspecto similar al de una muñeca de porcelana.


Se subdividen en Elegant Gothic Lolita y Elegant Gothic Aristocrat.


Horror Lolita: Las más teatrales y muy difíciles de encontrar fuera de ciertos eventos. Suelen maquillarse con manchas de sangre simuladas, aunque hay quien asegura que ha visto a más de una infringirse laceraciones para lucir más auténticas. Utilizan parches en los ojos, vendas manchadas de sangre e instrumental médico.


Punk Lolita: Utilizan faldas escocesas, panties rayadas, alfileres de gancho y peinados puntiagudos con harto gel o simplemente una boina.


Country Lolita: Básicamente, una Sweet Lolita que va de pic-nic. Utilizan sombrillas, canastitos y sombreritos de paja.


Princesa Lolita: Inspirado en el rococó, cambian las faldas tipo campana por vestidos largos de escote más amplio y utilizan accesorios como coronas o tiaras.


Sailor Lolita: Suelen tocarse con un gorrito, las faldas tienen líneas navales en las orillas y las blusas un pequeño cuello marinero.


COSPLAY


La palabra “Cosplay” viene etimológicamente del inglés “Costume role play”, es decir, son los jóvenes que interpretan un papel a través de su indumentaria: se disfrazan de sus personajes (reales o de ficción) favoritos, de un manga, anime, película, libro, cómic, videojuego o también cantantes o grupos de música. Este fenómeno surgió en los años 70 en las Ferias de Cómic japonesas.


Como este fenómeno se ha convertido en una práctica habitual en cualquier país que cuente con eventos relacionados con cómics, algunas empresas han aprovechado para hacer negocio organizando todo tipo de eventos y concursos internacionales.


Los auténticos Cosplay, que se denominan a sí mismos “reiya”, tienen a gala hacerse su propio traje, o por lo menos diseñarlo, planeando minuciosamente las partes del mismo, los materiales y telas, el peinado, el maquillaje, accesorios y complementos. Estudian también la constitución física y gestos de sus personajes para conseguir parecerse a ellos lo más posible y pueden llegar a emplear más de un año e ingentes sumas de dinero en todo este proceso, a pesar de hacérselo ellos mismos.


Al haberse extendido tanto el fenómeno Cosplay es posible encontrar gran cantidad de trajes en internet, en tiendas y revistas especializadas.


Dentro del concepto Cosplay, hay infinidad de variantes y tipos, por ejemplo:


- El denominado CROSSPLAY, que consiste en disfrazarse de un personaje del sexo contrario.


- El KIGURUMI que consiste en vestirse de ositos de peluche, otros animales o de muñequitos.


- El LOLICON abreviatura de Lolita Complex (“complejo de Lolita”). Adolescentes que se disfrazan de Lolita.


- El SHOTACON abreviatura de Shotaro Complex (“complejo de Shotaro). Es el equivalente masculino del “complejo de Lolita”.


En Japón existe una fuerte crítica hacia el Lolicon. Sus detractores afirman que contribuye a casos de abuso infantil. Esto ha generado reacciones en contra argumentando, entre otras cosas, que las imágenes que representan a estos personajes no tienen edad, al ser ficticios.



Meido


Otro tipo de Cosplay son los relacionados con los uniformes. Aquí merece atención especial el grupo llamado “MEIDO” (pronunciación japonesa del inglés maid). Las MEIDO son adolescentes que interpretan el papel de “camarera-niña” muy sumisa y servicial, con cofia, minifalda, enaguas con puntillitas y accesorios infantiles de plástico. A veces llevan orejitas de conejo (recordemos las “conejitas” de Playboy) o de gatos para mejorar su look extra cute.


Hace una década empezaron a aparecer en Akihabara este tipo de “Meido cafés” pero es recientemente cuando han alcanzado su máxima popularidad, que se ha extendido no sólo a todo el país, en Osaka se pueden encontrar en el distrito Den Den sino también a otros países como Hong Kong, Taiwan, Singapur, México y Canadá.


Las Meido tratan con extrema sumisión y zalamería, rozando la ñoñería con una voz impostada, a sus clientes, que en su mayoría suelen ser hombres. Les dan la bienvenida con las siguientes palabras: (“Bienvenido a su casa, respetado amo”, Welcome home, Master), dejando claras las reglas del juego desde el principio, pero hay una estricta serie de normas para proteger a las Meido de los excesos de confianza de los clientes. En estos cafés se puede disfrutar de manga, espectáculos y vídeos interpretados por las Meido. Cuando este tipo de Cafés son temáticos y representan, por ejemplo, un colegio, las camareras están vestidas con los uniformes de colegialas de estilo marinero.



Otros



Shitsuji kissa


Otro tipo de Café son los Shitsuji Kissa cafés de mayordomos/as”, en los que elegantes “amas de llaves”, vestidas al más puro estilo victoriano, atienden a sus clientes varones. En el caso de que este Café esté destinado a mujeres, son atendidas por complacientes y elegantes mayordomos que, sin embargo, nunca se comportan como niñitos, como es el caso de las Meido.



Oshare Kei: Utilizan atuendos extremadamente coloridos y en ocasiones andróginos relacionados con el techno y el happy hardcore.



Decora: Similar al Oshare, aunque el uso recargado de accesorios es su principal característica (calcomanías, clips, ganchos para pelo) y el color rosa predomina en los atuendos.



Ganguro: Un estilo que busca imitar a las 'chicas californianas' —cabello oxigenado, piel muy bronceada, uñas y pestañas postizas—.



Rockabilly: Se visten al estilo de los rocanroleros de los años 50 como Elvis Presley y se congregan en el Parque Yoyogi para bailar al son de música rockabilly generalmente en japonés.



Hip hop: Si bien no son el grupo predominante, existen en la zona tiendas especializadas en el tema con sus respectivos seguidores. Incluso suelen hacer demostraciones de baile hip hop fusionado con otros estilos como el tap.

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