CLINICA BELEN BOERIS POR JOAQUIN BARRERA

 




Belén y yo estamos celebrando la Santa Misa Católica en una pileta de olas de un parque acuático en las Termas de Río Hondo. De repente un pendejo insoportable con la cara llena degranos nos empuja por un tobogán viscoso que no estaba calentito por el agua termal sino por el vómito que brotaba sin parar de la cara de la madre de ese adolescente irritante que seguro tiene poluciones nocturnas. Caemos en un espiral que no termina nunca pero eso ya no importa porque de repente estamos corriendo atrás de la pelota y es el Mundial del 86 y de repente Belén le da un pase magistral a Maradona que frente al arco en vez de hacer el gol se pone a barrer la línea de cal y, vayan a creerlo, pero se la aspira toda y no puede parar de hablar y el árbitro lo reta pero el árbitro no es un árbitro sino que es Pablo Katchadjián y de la cabeza le salen volando mil pájaros que parecen murciélagos y sin querer uno lo muerde y, ¡que rico que está este caldo! pero Maradona no come porque no tiene hambre y Pablo y Belén se ríen a los gritos hasta que aparece un adolescente con brackets fijos y pita el final del primer tiempo.


Belén y yo estamos en un laboratorio donde están creando células nuevas y un científico loco con cara de adolescente con granos da la Santa Misa Católica en latín y saca un látigo con espuelas y nos empieza a castigar invocando la protección de Dios. A Belén le gusta porque ahora es Opus Dei y entonces le agradece el dolor al niño pero finalmente muere. Yo intento revivirla dándole golpes en la panza al ruido de IAAAAAAAAA IAAAAAAAA IAAAAAAA y al tercer día resucita pero ahora tiene una cabeza, y otra dos cabezas que le salen al lado y son Dalma y Giannina que así como lo ven son trillizas siamesas y ahora me empieza a cerrar un poco más esta historia. Pero Dalma y Belén empiezan a chapar y Giannina no se lo aguanta y se arma un quilombo bárbaro. Yo me meto e intento con un hacha separarlas a las 3 pero aparece Pablo Katchadjian con plumas y en conchero y dice que es el nuevo profesor de la cátedra y estamos de golpe Belén y yo y Dalma y Giannina en una Universidad inglesa tomando clases sobre geología acuática y el aula no es un aula sino un estanque y así como lo ven ahora somos patos nadando en vómito caliente pero de repente no solamente estamos Pablo, Dalma, Giannina, el adolescente, su madre, Maradona y Belén y yo sino que hay más personas que también son patos y tienen nombres y son el Pato Donald, el Pato Lucas, Pata Villanueva y Pato Valentín pero todo es muy confuso y aparece un bañero y nos rescata y se acaba el partido después de los 90 minutos empatado 0 a 0.

Belén y yo estamos celebrando la Santa Misa Católica en la Capilla Sixtina pero cuando miramos al techo vemos que está todo re podrido y que en vez de los frescos de Miguel Ángel hay líquenes y musgos, plantas carnívoras y lazos de amor, y los santos y los nudistas no son personas sino zombies, extraterrestres y monstruos que empiezan a aspirarnos como lo hacían las brujas de Abracadabra en los 90 hasta que aparece el Papa que no tiene cara de Papa sino cara de Diego y se aspira todos los monstruos de un solo saque. Asustados corremos por los pasillos del Vaticano pero ya no estamos en el Vaticano sino en las Termas de Río Hondo y abajo de la pileta con olas donde también se bañan los patos hay un museo que solo trasmite los partidos del mundial del 86. Belén y yo ahora estamos adentro del partido y como hubo empate tenemos que ir a penales y no podemos hacer un solo gol porque en el arco está la madre del adolescente con granos y nos ataja todas porque tiene muchas cabezas y un cuerpo gigante. El bañero nos advierte que estamos en una misión imposible porque la madre del adolescente se comió a su hijo, a Dalma, a Giannina, a la Claudia, a todos los patos y al científico loco y ahora estamos chusmeando con ella sobre antropofagia y devenir mostra pero ahí aparece Pablo Katchadjian y su bigote. Ahora estamos en su cuento dando clases en una universidad inglesa pero un alumno que mide más de 2 metros se para, lo increpa y le pregunta si los profesores de filosofía siempre dicen la verdad entonces Alberto, el amigo de Pablo Katchadjian, le da una respuesta confusa y el gigante de dos metros nos mete adentro de su boca a Alberto, a Pablo Katchadjian, a Belén y a mí y ahí adentro empezamos a cantar “Cordero de dios, que quitas el pecado del mundo”, el gigante nos escupe, se confiesa, comulga y ahora somos fetos en un frasco de líquido amniótico y así volvemos a empezar la procesión de la Santa Misa Católica hasta que se apague la última luz de la tierra.

Joaquin Barrera


Comentarios

Entradas populares