"Leemos en la Biblia (2 Crónicas, 4) cómo el rey Salomón contrató a un hábil artesano de Tiro, en Fenicia, experto en la fundición del bronce. Entre las diferentes cosas que le encargó destinadas al Templo de Jerusalén, la Biblia describe:
Hizo el mar de metal fundido, de diez codos de borde a borde. Era enteramente redondo... Se apoyaba sobre doce bueyes; tres mirando al norte, tres mirando al oeste, tres mirando al sur y tres mirando al este. El mar estaba sobre ellos, quedando sus partes traseras hacia el interior."
E.H. Gombrich, La historia del arte, capítulo 9

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