Clínica: CASIANA FLORES PIRAN
Hubo un tiempo que fue una fiesta.
Los universos de lo humano, lo mineral, lo vegetal y lo animal aún no habían
sido catalogados, ni separados.
Todavía no existía arriba ni abajo.
Los árboles tenían ojos.
Las mujeres llevaban perros en sus vientres.
El instinto era razón.
Los colores nacían de la tierra.
Los niños respiraban abajo del agua.
Todavía no existía arriba ni abajo.
Los árboles tenían ojos.
Las mujeres llevaban perros en sus vientres.
El instinto era razón.
Los colores nacían de la tierra.
Los niños respiraban abajo del agua.
Los
árboles podían flotar.
Época dorada en la que los humanos se enorgullecían de su condición animal.
Eran piedra y podían rodar.
Se revolcaban.
También podían gozar.
Cassiana estuvo ahí. Miró al Secreto a los ojos.
Después se desvaneció y cuando se despertó lo pintó.
Y lo volvió a pintar. Le cambió las formas.
Y lo pintó de nuevo.
Cada obra es un susurro que dice “esto sucedió”.
Fue mágico y fue verdad.
Fue pero posiblemente será.
Es un amigo que te cuenta la parte de la fiesta de la que no te acordas.
Esa en la que te tiraste al piso y saliste volando.
No, no es un cuento de hadas.
Es un recuerdo, difuso, de una celebración a la que podemos regresar.
Martina Mordau
Época dorada en la que los humanos se enorgullecían de su condición animal.
Eran piedra y podían rodar.
Se revolcaban.
También podían gozar.
Cassiana estuvo ahí. Miró al Secreto a los ojos.
Después se desvaneció y cuando se despertó lo pintó.
Y lo volvió a pintar. Le cambió las formas.
Y lo pintó de nuevo.
Cada obra es un susurro que dice “esto sucedió”.
Fue mágico y fue verdad.
Fue pero posiblemente será.
Es un amigo que te cuenta la parte de la fiesta de la que no te acordas.
Esa en la que te tiraste al piso y saliste volando.
No, no es un cuento de hadas.
Es un recuerdo, difuso, de una celebración a la que podemos regresar.
Martina Mordau
Nov - 2015
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