malena pizani y leonel pinola

SIEMPRE SON LAS SIETE DE LA TARDE

Para Leonel las personas cuando hacen zapping están creando ellas mismas una composición de la realidad, como un cuadro para el cual elegís los colores, los elementos que vas a utilizar y la disposición de las figuras.
Esta es una idea que lo mueve a Leonel a juntar en una misma superficie cosas tan diversas como rostros conocidos, horarios de salida o de llegada de aviones, palabras en distintos idiomas (algunos incomprensibles para nosotros), noticias del día, recuerdos, figuras emblemáticas de la televisión o del cine, catástrofes. En fin: lo irreversible que modifica todo en un segundo mezclado con lo que no muta (el tzunami de Asia debería poder electrocutar a R2D2, pero de hecho no lo hace). Veo estos cuadros y de pronto me da la sensación de estar viendo una imagen del futuro, lo que está por-venir.
Le pregunto a Leonel si él cree que su personalidad influye en los temas que decide tocar en su obra. Y sus respuestas son casi confesionales. Me habla de su abuelo pintor, me habla de una novia que lo llevó a crear una cuasi filosofía del tiempo: “siempre son las siete de la tarde”. Claro, pienso yo, la SIMULTANEIDAD. Los no-lugares, como los aeropuertos (otro espacio-zapping de esos que a Leonel le fascinan).
Superposición, desencuentros, miradas perdidas, estaciones (llegar-salir), la guerra de las galaxias, perdidos en la traducción, la certeza de un tiempo que no transcurre pero en el que todo puede pasar. Porque, si todavía no lo adivinaste, te cuento que Leonel hace unas maravillosas películas de un solo fotograma.
06-julio-2005
malena

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